7/05/2007

VIH: Historia de una nueva Enfermedad

INFECCIÓN POR VIH: HISTORIA DE UNA NUEVA ENFERMEDAD
En los primeros meses de 1980 se informó al Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, la aparición inusual de neumonías por Pneumocystis carinii y sarcomas de Kaposi en individuos adultos jóvenes previamente sanos pero con conductas homosexuales. Ambas eran enfermedades raras que aparecían sólo en sujetos inmunodeprimidos, es decir, sin capacidad para defenderse de las infecciones y de algunos tumores.
En pocos meses se describieron casos similares en otros países occidentales, fundamentalmente europeos, y cundió la alarma. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de pronto aparecían casos raros entre la desenfadada y joven comunidad homosexual de San Francisco y Nueva York? Aunque los que vivieron aquel momento no eran conscientes de ello, eran los primeros días de un drama que llegaría hasta nuestros días.
Se multiplicaron los casos de enfermedades pocos comunes entre sujetos jóvenes. Eran sobre todo infecciones, difíciles de tratar y que acababan matando a los pacientes. Pronto fue evidente que se trataba de una epidemia: la enfermedad empezó a ser diagnosticada rápidamente en países distintos a EE. UU. Pero la causa no estaba clara ni tampoco era fácil de explicar por qué se producía a la vez y en países diferentes este cuadro mortal tan poco común.
Se pensó en que el motivo de estas raras infecciones estuviese en el frecuente uso de drogas estimulantes por la comunidad gay, que parecía ser la más afectada, también se propuso a la combinación simultánea de varias enfermedades de transmisión sexual (ETS) o al hecho de viajar a destinos exóticos.
Sin embargo, una vez descrito el cuadro de inmunodeficiencia, comenzaron a comunicarse nuevos casos en sujetos no homosexuales: fundamentalmente adictos a las drogas intravenosas, hemofílicos y sujetos procedentes de la isla caribeña de Haití. En enero de 1983 se describió el primer caso de transmisión heterosexual.
Corría todavía el año 1981 cuando esta enfermedad fue bautizada con el nombre de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA, un término que hace referencia a la situación de falta de defensas que sufrían los pacientes y al hecho de que se adquiriese durante la vida, ya que hasta aquel momento la mayoría de los casos de inmunodeficiencia aparecían de forma congénita, es decir al nacer, o bien en pacientes que estuviesen recibiendo quimioterapia para el cáncer.

Había nacido una estrella, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, era el protagonista de todas las revistas científicas: una nueva enfermedad, desconocida hasta entonces, destinada a la fama por motivos poco felices. Sin embargo, el agente causante de la misma continuaba siendo un misterio. El sida era una condena de muerte segura, no había método eficaz para controlar las infecciones que sufrían los pacientes y tampoco era posible prevenirla o curarla porque no se conocía su causa.

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